Sunday, April 8, 2012

Turismo vivencial en el Parque de la Papa

Mi última noche en Pisac la pasé participando en el "turismo vivencial" del Parque de la Papá.
Se dice que este lugar es la cuna de la papa y donde existe la mayor variedad.
Este parque se creó para rescatar esa variedad trabajando con las comunidades.

Partimos, junto a Max, Claire y Fran, que trabajan acá en Cusco en otra ONG, rumbo a Paru Paru, una de las varias comunidades que habitan en las montañas arriba de Pisac. Ascendimos como a 4000 metros para ser recibidos por los hombres de las familias que nos alojarían a la noche.
Todos vestían sus trajes tradicionales, que es en realidad lo que visten en el día a día. Todo coloridos bordados y tejidos de lana con mostacillas, hermosos. Entre quechua y español nos contaron un poco de su trabajo dentro del parque y lo que haríamos en el día y partimos a una caminata alrededor del hermoso lago Quimsacocha.



Tomamos energías con un pequeño refrigerio de papas, queso fresco y pasta de ají. Delicioso comerse así la papa con cuidado y cariño. Y esa pasta de ají, ni hablar. La hacen con una hierba llamada huacatay y también con maní. Una delicia.



Durante la caminata junto a Juan de Dios aprendimos bastante sobre el estilo de vida de las comunidades, y la flora y fauna del lugar. También, extrañamente, sobre los asesinatos y suicidios ocurridos en los lagos, no muchos, casi siempre relacionados con penas de amor o venganza...
Conocimos al papá de la papa. Una papa que no se come ya que es medio amarga y además bastante difícil de cosechar ya que crece muchos metros bajo tierra. Y aprendimos algo de quechua que es lo que hablan las comunidades del valle sagrado. De hecho hay muchísima gente que ni siquiera habla español.

Almorzamos frente al lago como hace la gente de la zona cuando salen a pastorear sus llamas. Obviamente el almuerzo contenía papa, como todo.

Pero como ya tantas culturas saben, la papa se puede servir en casi infinitos formatos.
Acá se ocupa mucho el chuño, que es una forma de conservar la papa. En las noches de invierno, cuando hay helada, la papa se deja para que se congele y durante el día se estruja para sacarle el agua y luego se seca al sol. Este proceso se repite durante una semana y así se obtiene el chuño, una especie de papa deshidratada que puede durar hasta 10 años.

Luego de la caminata que al caer el sol se fue poniendo más y más helada, partimos a las casas de nuestras respectivas familias. Yo me quedé con Sebastián y Juana y sus 4 hijos. En algún momento Juana me llevó a mi pieza y me puso uno de sus trajes, así que me pasé el resto de la tarde viendo el mundo detrás del vuelito amarillo de la montera.
Y la verdad me hubiera quedado esa falda hermosa llena de detalles y colores y tan abrigadita.



Estuvo lindo compartir con la familia en la cocina hogareña con el fuego siempre humeante. Sebastián y Juana hacían magia para alimentarnos a los 7 con sólo dos quemadores.
También era un poco incómodo porque a mí me ponían puesto en la mesa pero ellos todos se sentaban en el suelo cerca del fuego. Y de a poco me fui moviendo hacia allá...
Las casas en la comunidad son bastante humildes. No hay agua ni cañerías. Hay que traer baldes del río cercano para la cocina y lavarse y el baño es una letrina con un agujero.
Pero no falta comida, ni calor ni cariño. El resto es en realidad un accesorio que tomamos por sentado.

Pese a que para mí y para la familia la situación era completamente extraña, me gusta el intercambio de energías que se produce en esto del "turismo vivencial". En esta comunidad no les tocan turistas muy seguido (la familia qu me alojó había recibido al último hace más de un año) y quizás por eso la experiencia no es muy fluída. Pero para mí fue un regalo aprender más sobre la forma de vida y tradiciones de esta familia y quizás para ellos también fue así aprender sobre las mías.



Para terminar este par de días de compartir con las comunidades de Pisac, a la tarde siguiente me junté con Dani nuevamente y fuimos al "Festival Gastronómico de Masca".
Había feria dominguera literalmente llena de colores.

Cada una de las comunidades llevaba ahí su plato típico acompañado de chichas de maíz que burbujeaban de fermentación. Había competencias de pelado de papa y discursos en quechua que no entendí en lo más mínimo. Y como no, Cuys asados...



Pero no todo es compartir y disfrutar en la zona. Hay que portarse bien, o uno puede ser masacrado y lanzado al río...

2 comments:

  1. Veo que estas teniendo una experiencia maravillosa. La última vez que entré había sólo un par de posts y ahora esto se ve llenito de aventuras. Me haré el hábito de comentarte más seguido y así compartir de alguna forma este viaje contigo!.

    A todo esto, esos cuys asados se ven de maravillas. Un abrazo querida pOp

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    1. Siii amigo! Buenísimo compartir la aventura : )

      Me dio un poco de penita comer el cuy... especialmente lidiar con los huesos de las patitas y tal. Pero hay que probar de todo!
      (Ayer probé gusanos vivos y empalados a las brasas...)

      Abrazote por allá extendido a la familia!

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