Wednesday, August 22, 2012

Lefkada y Nisyros!

No sé ya hace cuánto tiempo fue que dejé el mundo de las tortugas para sumergirme en la vida vacacional y viajera nuevamente.
Digamos dos semanas, aunque ya se siente como un mes.

Luego de breve paso burocrático por Atenas y el inevitable paso de despedida por Patras partí a encontrarme con mi amiga Angie, argentina que conocí en Ecuador mientras viajaba con la mia mamma.
Nuestro destino, Lefkada. Única, o quizás miento, quizás una de las únicas islas griegas a la que se puede llegar por tierra. Creo que hicieron un puente. O quizás me teletransportaron en sueños, ida y vuelta...







La isla bella. Pues qué isla no es bella?
Pero ya agosto, ya todo bastante más atestado de turistas. A veces es difícil ver la playa entre las sombrillas y trajebaños brillantes y niños con pelotas.

Arrendamos una moto de 50 cc y nos lanzamos a la aventura de descender curvas en picada y ascender a 0,1 kilómetros por hora mientras la aguja de la gasolina bajaba y bajaba...
Hermosas playas, todas piedras, todas aguas turquesas, transparentes.






Incluso nos tomamos un "crucero" mega-turístico junto a 300 otras personas y dos barcos igualitos que nos seguían a todas partes. Le pusimos "El Palacio de las Torturas", pues te ofrecía diversas opciones: Podías quedarte en la única sala con aire acondicionado y ahogarte con el humo de asado que entraba directamente, podías rostizarte al sol en la terraza y ahogarte en la música punchi punchi que nadie disfrutaba o, podías slatar al agua y posiblemente ahogarte al ser atropellado por uno de los barcos clones que te seguían.
Pero, las playas eran hermosas y con Angie nos reímos muchísimo : ) Fue genial encontrar a esta ángel en el camino.










Luego un día más en Atenas, única vez en la que casi llegué al Acrópolis pero luego repentinamente me dio flojera.

Y partimos la aventura con Linda desde el enorme puerto de Pireous (o como se escriba...)
16 horas en un ferry que no marcaba el tiempo en horas, sino en islas en las que se detenía, todas las que se cruzaban a su paso.
Y llegamos a Nisyros, pequeña isla volcánica. Dicen que es un pedazo de Kos (otra isla más grande) con el que Poseidón aplastó y encerró al titán Polifotis para enseñarle que un hombre nunca llegará a ser un dios...

Nuestro destino era una recóndita playa, "Paggia Ammos" o "Arena Gorda". Allí la juventud griega hace lo que le llaman "free camping", que es básicamente poner la carpa donde se te dé la gana y vivir en paz. Está muy bueno. Bastante aislado, una caminata de 30 minutos desde el final del camino.








Allí vivimos durante una semana, en medio de una comunidad medio hippie, medio anarquista, medio cualquier cosa. Más que nada un grupo de gente que le gusta estar en la playa desnuda y vivir en paz. Inmediatamente me sentí parte del grupo : )

El tiempo más que nada pasó escapando del sol. Construyendo enclenques instalaciones con sábanas y palos encontrados en la playa, haciendo sobremesa bajo el árbol al lado de la carpa. Y luego en fogatas nocturnas playeras, bajo la constante lluvia de estrellas. Nunca se ha visto algo igual... Ya la primera noche nos deshacíamos en sonrisas pasando de la natación nocturna entre plankton fosforescente bajo la uñita de luna roja bañada por estrellas, a la fogata musical que le incluía bellas tonadas latinoamericanas sazonándolo todo de melancolía.









Nos tocó la suerte que justo esa semana se celebró un Panegyri, fiesta tradicional que se lleva a cabo en los monasterios. Llegamos ya de noche a un hermoso monasterio con un patio exterior rodeado de mesas y personas. Y aestaban sirviendo los suntuosos platos de porotada, acompañados del infaltable pan (en grecia existe una palabra específica para sopear el pan que es "papara", es mi tradición favorita), y algo de ensalada para compartir.
Apenas acabada la comida empieza la música, un trío de guitarra, violín y buzuki lanza los clásicos de todos los tiempos, y todos nos paramos a bailar en la gran plaza. Geniales los bailes griegos. Algunos los pude agarrar muy pronto, otros complicadísimos. Los y las griegos estilosísimos, cada uno con su propia forma de  llevar a cabo estas hermosas danzas comunales, de la mano, de los hombros.
Siempre empiezan lento y luego cada vez más rápido y rápido, una especie de trance maravilloso.
Hasta casi el amanecer estuvimos en eso, hasta que nos echaron. Sólo por unas horas.
La mayoría de la gente del caping encontramos rincones para dormir afuera y a la mañana ya estábamos de regreso, esperando a que terminaran los rezos y empezara la música y la comida otra vez.
Para mí esto fue el principio de la celebración de mi cumpleaños.

Que fue un par de días después, o algo así. El tiempo pasa de manera muy extraña en el free camping.
Fue un lindo día tranquilo, de playa y comida y estrellas fugaces. Ya uno se quedaba sin deseos de tantas que caían por doquier.















Otro día también arrendamos un auto junto a las maravillosas Jristina (amiga de Linda con la que compartirmos tantísimas sobremesas a carcajadas) Nancy (Atanasia, que significa inmortal) y Jrisula. Un auto muy cool, jeep sin techo. Y la verdad siempre fuimos más de 5, en cada pueblo recogíamos a alguien del camping y lo llevábamos a otra destinación.
La mayoría de los pueblos están arriba en las montañas. Dicen que así estaban más defendidos de los piratas. Todos callecicas angostas, casas blancas, caminatas que terminan en el abismo de mar azul.
Ruinas de antiguas ciudades amuralladas. Grandes piedras. Hasta Inca parecía el asunto, entre las enormes piedras y la vista a cerros con antiguas terrazas de sembradíos.
El volcán en medio de la isla, un gran cráter con olor a azufre que respira (es el titán Polifotis) y tiñe todo el paisaje, convirtiéndolo en algo que quizás pertenece al altiplano, o la patagonia o Marte.
Y una de las muchas guindas de la torta. El sauna. Una antigua casa de piedra abandonada en medio de un campo de pasto seco dorado con vista a los abismos turquesas. Sólo una pieza, salida de la respiración del gigante, sólo para nosotros. Muy muy bello y relajante.
Y otra guinda, el pueblo de Nikias con sus callecicas fragantes a flores nocturnas y su pequeña plaza llena de imigrantes melancólicos de más bailes griegos.





















Fue como una vacación dentro de la gran vacación esta semanita. Creo que aprendí más griego que en todo el resto del viaje, llegando a altos niveles de frustración un día y a grandes carcajadas en inusitadas ocasiones como estar manejando un auto y llevando a 6 personas que hablan constantemente en griego e incluso me dan instrucciones a mí en esa lengua. Ahora comprendo eso de aprender por inmersión.
Hasta tuve una cuasi-aventura con un escorpión, que decidió construir su hogar en mi mochile y luego "acariciarme" el brazo cuando la puse en mi espalda. Por suerte no fue más, ya que igual dolió levemente el día entero...

A Lindaki le quedo eternamente agradecida, como ya te dije muchas veces: Efharistó pAAAAAAra polí!
No me imagino mejor lugar donde haber pasado la entrada a esta nueva década ni una mejor manera de conocer Grecia y su gente mega intelectual que a la segunda frase ya está hablando de política o filosofía y siempre lleva un cigarro o un café en la mano.

Ahora, nueva historia, ya en Turquía, tierra de minaretes de neón...


















No comments:

Post a Comment