Ya va más de un mes desde que llegué a India y se siente como un par de años!
Desde esos primeros dos días en la locura que es Delhi. Aprendiendo con valentía a navegar el transporte público. Aprendiendo a no ahogarse entre los incesantes bocinazos, roos escupitajos, pies desnudos, ojos grandes y profundos. Cables. Ciclistas. Comida callejera y Saris.
De todo, encima de todo, debajo de todo, entre medio.
Encontré un pequeño reducto de paz en la colonia Tibetana y salí con diploma de maestra del metro de Delhi y regateadora oficial de rickshaws.
Luego llegar al pequeño pueblo en la playita de Mandrem, donde me esperaba lo que sería mi hermosa familia yoguística durante el próximo mes.
28 alumnos. Más bien alumnas, sólo dos varones. Y un grupo de profesores fantabulosamente sabios/as y humildes.
Un mes de PURA yoga. Desde el inicio a las 6.30am con meditación y cantos. 4 horas de práctica de posturas al día. 3 horas y media de clases teóricas (filosofía, ayurveda, anatomía, chakras manejo de clases, negocios, etc).
El resto del día básicamente quedaba para comer, dormir y hablar sobre yoga.
yogayogayogayoga
Tanto aprendizaje sobre el cuerpo, sobre ciencias relativamente antiguas, y otras tan antiquísimas que cuesta creerlo. Parece increíble que el doctor te mire la lengua y pueda decirte que te duele la espalda, o que estás sientiendo ciertas emociones. También parece increíble que todo nuestro cuerpo se sostenga en pie y funcione con este sistema de huesos y músculos y ligamentos. Una belleza.
El medio ambiente que nos rodeaba. Mandrem. Era uno de los rincones más tranquilos del estado de Goa. Después de unos días ya los conocías a todos en LA calle. Y podías conversar largo y tendido sobre los últimos eventos de la semana, como el nacimiento de los chanchitos, o el cachorrote pastor alemás perdido que hay que llevar en la moto buscando a su dueño.
Fue genial aprender a conocer y a conocerse con estas antiguas técnicas. También compartir con este genial grupo de gente de distintas partes du mundo.
Ahora todos estamos licenciados para enseñar hatha y ashtanga yoga, técnicas de respiración (pranayama) y meditación.
Yo siento que es un camino que recién he comenzado a recorrer.
Y como una mujer sabia una vez me dijo: La mejor manera de aprender es enseñando.
Ahora ya de vuelta en el mundo citadino. Ahora con mi querida amiga Clarita. En Agra. Turisteando el bellísimo Taj. Sientiéndonos como parte de la entretención medioambiental mientras se nos acercan familias enteras a fotografiarse con nosotros.
Más sobre eso pronto!