Ha sido bellísimo detenerse por más de dos semanas a disfrutar de un hogar lleno de cariño con la familia.
Me encuentro ya partiendo de Tucson, Arizona, ciudad desérticamente acogedora donde mi hermano hace su doctorado y la Vale y las niñas lo acompañan.
Han sido días de estar tranquilos en casa. De jugar muchísimo con Marti y Anto. De compartir montones con mi querida cuñada la Vale.
Muchas gracias por todo!
Me llevo muchos nuevos lenguajes y canciones de mis sobrinas que imitan vacas y son imitadas por ardillas. Creo que algunas tonadas estarán sonando en mi cabeza por años, pero más que nada los "por qué" de Martina. Sócrates se queda pequeño al lado de los argumentos solípticos de esta pequeña.
Chochera de nueva cámara (mi querida Lumix LX5) y de sobrinas hermosas a continuación:
El desierto me impresiona. Parece ser mucho más expresivo que el único otro que yo conozco (el del norte de Chile).
Aquí el paisaje está repleto de Sahuaros viejos que saludan, cada uno con sus distintas formas y brazos. Chollas, Ocotillos, Nopales, Ágaves, Asientos de suegra!
Y entre sus espinas se arrebujan pequeños búhos, carpinteros, correcaminos, serpientes y lizardos.
Por ahí incluso nos mostraron un puercoespín gigante y uno que otro pelícano perdido que, hipnotizado por las ilusiones ópticas del cemento se lanza a pescar en él.
Lleno de vida está el desierto, aunque el sol arrecia.
Algunas fotitos cortesía de la Vale.
Envolviendo la ciudad los cañones con sus oásises (oásises?). Hasta palmeras y tortugas se encuentran entre las extrañas formaciones rocosas que recortan horizontes explosivos con sus líneas bien angulosas que van marcando los latidos de las edades de la tierra.
Me voy con el corazón algo apesadumbrado por dejar a la familia, pero ya nos veremos nuevamente mis queridos!
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