Monday, June 11, 2012

Nueva York y Atlanta

Más que New York debería decir Brooklyn en realidad, pues este viaje fue más sobre conocer ese hermoso lado del Hudson. Y sobre cruzar puentes, cada día, ida y vuelta, sobre el Hudson.

                                                 





El maravilloso Óscar me recibió en su bello hogar que yo sentí un poco ccomo mío durante esos días. Tanto así que la verdad me costaba salir a veces de este remanso de luz, espacio, jardín.




Pero igual no más. A mi disposición estaba una estiloso bípedo, estiloso pero pesadísimo. Que terminé amando. La mejor manera de recorrer NY, el mundo en realidad.

                                                        

                                                        

El fin de semana estuvo genial. Un toque de verano neoyorquino Oscar's style. 
Cicleteamos mucho. Encantados entre los pescados, patas de gallina, frutas puntiagudas, de Chinatown. Este hombre ya avezado navegante culinario de la ciudad me llevó a descubrir diversos mercados, barrios, parques colgantes invitando a la ciudad y sus viejas hierbas a aparecer entre abandonadas líneas de tren.
Lindo NY en verano. Todos afuera sonrientes, siestas bajo el cambiante cielo azul.
Parejas bailando tango bajo la lluvia creadora de arcoiris y espejos.
Cubanos rumbeando con la familia en el parque.





                                        

                                         

                                         

                                                        

                                         

                                         
                                          



Todo jaspeado de delicias, sandwiches improvisados con queso de cabra y pastrami, ceviche de atún y tilapia, borscht y arenques. Cada día a dormir con una sonrisa de oreja a oreja. Cómo me gusta esa ciudad (aunque nunca la conocí en invierno).

La semana de mucho pedalear. Conocer Brooklyn y sus distintos barrios. En Brooklyn la tonada es muy diferente a Manhattan, mucho más tranquila y de barrio, pro igual llena de cultura y estilo.
Las librerías fueron los agujeros negros alrededor de los cuales giraba mi brújula perdida y encontrándose al ver aparecer el Hudson y el cielo de tantas luminosidades.
Lluvias intempestivas que todo lo teñían de amarillo.

                                           






Creo que lo único realmente turístico que hice fue ir al MOMA. Divagar entre los pasajeros, coleccionistas de experiencias culturales con los oídos tapados y los ojos escondidos detrás del lente frente a todo Van Gogh, Miró, Picassó.

Perderme entre las palabras desconstruídas de los dadaístas y las gigantografías autorreferentes y reinventantes de Cindy Sherman.
Sigo pensando que el trozo de arte más impresionante con el que se cruzó mi camino es el que se trabaja en el estudio de un artista cuyo nombre ni sé ni recuerdo, donde trabajaba también mi anfitrión. Collages gigantes tridimensionales trabajados en anchas capas de vidrio. Galpón de magos, encantadores de imágenes totipotenciales que se cuajan creadoras en las transparencias. Ni palabras ni imágenes las logran describir muy bien.
Aquí lo encontré... Dustin Yellin.

                                                

                                  



Todo terminó con una de las cenas más deliciosas de mi viaje. Ají de camarón acompañado de un mero Mero con eneldo y limón. A continuación se detalla el proceso:
Gracias por todo Óscar!
















Ahora en Atlanta empacando para el próximo destino...

Ha sido un buenísimo fin de semana en este mega evento, el matrimonio de mi primo Jonathan con la bella y querible Lauren.

Todo empezó en un espacio completamente nuevo para mí: Un Spa!
Allí aprendí las minucias, los detalles, los productos que hay detrás de lo que a simple vista pueden parecer, bueno... uñas...
Una genial procesión de mujeres escogiendo todo tipo de colores, gozando masajes, haciénndose un facial.
Toda una experiencia.



De Atlanta conocí poquito. Un par de caminatas por la ciudad prístina de limpia, con estilosas tiendas y súper diversa arquitectura. Grandes casonas de ladrillos se cobijan entre altos edificios dignos de Ciudad Gótica.
Y todo bastante verde. Grandes parques y jardines. Parques de juegos para adultos. Hacía tantísimo que no me subía a un buen columpio...





Dicen de Atlanta que es el hogar de Coca-Cola y de CNN, aunque a mí me da la impresión que tiene una identidad mucho más diversa y entretenida que eso.
De todas manera fuimos a visitar el "Mundo de Coca-Cola". Una locurita de sumergirse entre osos polares, supuestas bóvedas llenas de secretos, la historia sobre el marketing de este gigante internacional que con orgullo declara que obtiene el 70% de sus ingresos de países que no son USA.
Animadores odiosamente animados que gritones te invitan a "sumergurte en un mundo de felicidad".
Lo cierto es que yo salí con ganas de no volver a ver una Coca-Cola en muuucho tiempo.


                                                              


                                           


LL y Cool J diseñaron con amor hasta el último detalle del matrimonio.
Bolsas de algodón con el logo de la pareja llenas de regalitos para los invitados, libritos con el programa presentados como casos judiciales (ambos dos abogados), un sitio web very cool.
Y Jonathan construyo hermosas lamparas/medusas colgantes de cristales para decorar el espacio donde fue la primera cena.

                                       


El matrimonio fue en un museo de arte moderno.
Precedidos de estilosos y glamorosas damos y damas de honor en blanco y negro, LL and Cool J declararon su amor a veces en acrónimos bajo una hermosa jupá (especie de carpa bajo la cual se llevan a cabo los matrimonios judíos) también construída por Jon.
Multicultural/religioso como era el evento, Jon pisó la copa (tradición judía que recuerda que la alegríaa también debe ser atenuada) y luego juntos saltaron sobre una escoba (tradición african-american recordando la libertad de la esclavitud).
El matrimonio estuvo hermoso. Rebosante de amor y buena onda por doquier.
Aparte buenísima música para menear, desde los clásicos bailes judíos al hip hop que mueve a los Atlantas, y qué bien lo mueven!









En realidad lo mejor de todo fue compartir con la familia.
A muchos de ellos, los que viven en Estados Unidos, los he visto poquísimas veces en mi vida. Sin embargo hay mucho cariño y una buena conexión.
También vino mi papá con las queridas Vivi y Sarah que ya demasiado grande está. De hecho se tomó su primer vuelo sola... de aquí nadie la para!
Me encanta podido haber estado aquí junto a ellos.
Gracias Jon y Lauren!






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